MANUEL JULIÁN COBOS - PARTE I

 



Manuel Julián Cobos

Nacimiento: 1836, Cuenca, Ecuador
Fallecimiento: 14 de enero de 1904, (68 años), isla Chatham (San Cristóbal), Ecuador



Hablar hoy de Galápagos, es hablar de su fauna casi mitológica, prístina naturaleza y de un paraíso que debe ser resguardado de nuestra ambición destructora. Pero, tiempo atrás, las islas no parecían mostrar ese “encanto” que solo nosotros podemos contemplar ahora. Varias naciones veían con interés a este puñado de islas ubicadas al oeste de las costas ecuatorianas, y que no parecían ofrecer ningún valor o algún recurso interesante. Visitantes famosos como Darwin o Melville, el autor de Moby Dick, nos relatan un lugar inhóspito y hasta dantesco, por su actividad volcánica y aspecto desolador.



Pero debemos centrarnos en una isla en particular: la isla Chatham. Hay que recordar que todas las islas de archipiélago de Galápagos ostentan dos nombres, el original, acuñado por balleneros y marinos ingleses, y el actual, en nuestra lengua materna, el español. La isla Chatham fue bautizada así por el Capitán James Colnett, quien la nombró en honor de William Pitt, primer Conde de Chatham. Al ser anexada al Ecuador, se la rebautiza como isla San Cristóbal por el santo patrón de los marineros y viajeros.





San Cristóbal es una de las islas más antiguas, geológicamente hablando, del archipiélago, hoy es uno de los cantones de la única provincia insular de Ecuador. Con una población de más de 7.000 habitantes disfrutan de una vida acomodada – dentro de las limitaciones que acarrea vivir en Galápagos –  gracias al turismo. Pero no siempre fue así, colonizar estas islas siempre fue una tarea infernal. Los primeros intentos terminaban de manera trágica, y varias veces se contempló la posibilidad de vender o alquilarlas al mejor postor, y candidatos no faltaban.



EL ECUADOR, LA NUEVA REPÚBLICA

Ecuador ya respiraba su adquirida independencia, pero ¿quiénes regían su destino económico? Eran los bancos privados, ellos se encargaban de emitir el papel moneda según su respaldo financiero. El cacao proveía la riqueza necesaria y gracias a este recurso, era la oligarquía terrateniente que dominaba el sistema laboral, económico y político de la nación. Es importante tomar en cuenta este sistema, ya que nuestro personaje en cuestión, usará un método similar.




El presidente Juan José Flores, por iniciativa del General José de Villamil, declara la posesión de las islas que ya estaban descritas en varios mapas y que servían de refugio a las embarcaciones balleneras y piratas, en su mayoría ingleses, que navegaban por el Pacifico. Para 1833 se decreta que las Islas Galápagos sea destino penitenciario para criminales comunes, presos políticos y todo paria de la sociedad.






El General José de Villamil, ya establecido como gobernador del archipiélago, intentó poblar las islas, sin conseguirlo de manera permanente. Despilfarraría su fortuna en aquella infructuosa empresa. En su mejor momento en las islas se había llegado a tener hasta 300 colonos. Esta cifra es descrita por un francés en el año 1838 y precisa que la mitad de los colonos eran presos políticos. En varios de los testimonios se exponen las aberrantes experiencias de la colonización penal, y hoy en día constituye uno de los primeros retratos de la historia de reclusión penal en Galápagos, presagiando el destino de este archipiélago que se convertiría en destino carcelario más de una vez, y en diferentes niveles en el transcurso de los años.


Charles Darwin llega a San Cristóbal en septiembre de 1835 y nos regala esta descripción en su diario: "Las rocas negras, calentadas como estufas por los rayos de un sol vertical, generan en el aire una sensación de pesadez y sofocamiento. Las plantas, además, huelen de forma desagradable. El paisaje es comparable a lo que podemos imaginarnos que deben ser las partes cultivadas de las regiones infernales".



Herman Melville llegaría años después de Darwin a las Galápagos, y en su libro Las Encantadas, nos deja sus impresiones: "Otro de los aspectos notables de estos lugares es su dificultad para habitarlos. Aun en las ruinas más desoladoras puede el chacal hacer su cueva y convertirlas así en su hogar, pero las Galápagos rechazan albergar hasta las bestias".



Ya para esos años se daban los primeros asentamientos de ecuatorianos y extranjeros, que luchaban contra la ferocidad del lugar.






LA LLEGADA DE COBOS Y COMPAÑÍA: 

"EMPRESA INDUSTRIAL DE ORCHILLA Y PESCA"

Desde los fallidos intentos del General José de Villamil por colonizar Galápagos, ya se conocía de la existencia de la orchilla en las islas. La referida planta es un líquen, otrora muy utilizado en la industria textil, de la cual se extrae un colorante natural de color púrpura para teñir telas y su precio alcanzaba altas cotizaciones en Estados Unidos y Europa. Y era un gran aliciente para establecer una industria en el archipiélago.





La orchilla, un tinte natural de color púrpura que proviene del liquen Roccella canariensis



Para el año 1866, Manuel Julián Cobos, a bordo de dos naves desembarcó en Bahía Naufragio acompañado de 10 trabajadores. Cobos no era el único interesado en la explotación de orchilla, tenía dos socios: el español José de Valdizán y José Monroy Cedillo.

 


Durante este tiempo no solo se dedicó a la extracción del liquen, también comerció con las pieles de los lobos marinos, de gran valor en Panamá, donde las vendían y aprovechaban para abastecerse de productos extranjeros y regresaban a Chanduy, pero entre 1868 y 1869 sufrieron varios juicios instaurados por el Gobernador del Guayas, quien dispuso la incautación de sus embarcaciones, por contrabando.



Para 1869, las casas comerciales con sede en las Galápagos eran solamente tres: Valverde y Hno., José de Valdizán con base en la isla Floreana y Cobos-Monroy en Chatham, pero ese mismo año, Valdizán obtuvo del gobierno de García Moreno la concesión para la explotación de la orchilla con la mano de obra de reclusos y obligó a sus competidores a llegar a un entendimiento. El presidente García Moreno había dictado orden de captura contra Cobos, que ya tenía fijada su ruta de contrabando entre Galápagos, Panamá y Chanduy, para evitar problemas, Cobos se trasladó a extraer orchilla en la península de la Baja California, mientras su socio Monroy litigaba para que se permitiera el zarpe de las goletas incautadas de su propiedad. Un año después resolviendo sus problemas legales.



El contrabando era tan lucrativo y común en nuestras costas, que varios comerciantes estaban involucrados. Las naves iban a Panamá cargadas de productos y con el dinero de esas ventas se adquiría mercadería extranjera para introducirla al Ecuador.



Luego Valdizán en la isla Charles (Floreana) y Monroy en la isla Chatham (San Cristóbal), fundaron colonias con el apoyo de Manuel Cobos. En 1871 Monroy le envió trabajadores a California en la goleta "Amelia" y para seguir recogiendo orchilla. 1878 sería una trágica fecha para Valdizán, en un motín en la isla Charles (Floreana) donde había hecho base, fue asesinado a punta de cuchillo. Terminada su empresa, cien peones de los suyos pasaron a Chatham (San Cristóbal).



Sin embargo, el negocio se vería afectado con la llegada de las anilinas, substancias químicas recién inventadas en Alemania. El aprovechamiento de la orchilla, dejó las primeras experiencias para sentar las bases de la verdadera empresa que florecería gracias a la esclavitud penal y la visión de un astuto Cobos. 



LA HACIENDA AZUCARERA “EL PROGRESO”

Finalizado el negocio de la orchilla, en 1879, Cobos y Monroy buscan otras alternativas, y gracias al capital reunido con su trabajo en Baja California por más de 10 años se deciden por explotar las tierras cultivables y la cría de ganado para aprovechar su cuero. Había el espacio y pasto suficiente, además Cobos logra dar con las fuentes de agua dulce en la isla, factor decisivo para seguir su empresa agrónoma. En un inicio, puso a los obreros a traer agua del cráter de un volcán, y así, San Cristóbal dejo de ser una tierra inútil, árida y estéril.




La hacienda "El Progreso"



Instalada la hacienda, inició la siembra y el cultivo de la caña de azúcar, se decidió por un nombre optimista, la bautizó: “El Progreso”, la misma contaba con 3.000 hectáreas de terreno, y muchos trabajadores, entre voluntarios y muchos presidiarios traídos del continente. También inició la explotación de una amplia variedad de plantas endémicas silvestres y se introdujeron varios animales domésticos para consumo propio y para ayuda en las labores de la hacienda.






Luego logró abastecerse de agua de manera más efectiva, para llevarla al ingenio y la población, se construyó un canal artificial que descendía por las montañas de la isla desde un manantial natural alojado en un cráter dormido y terminaba en una enorme cañería de fierro de un kilómetro de largo que terminaba en la fábrica tras recorrer varios puentes entre zanjas.



Una nueva etapa inicia en 1880, Cobos importa desde Escocia todo un complejo de maquinarias para el ingenio azucarero, gracias a las ventajas ofrecidas por el gobierno, también trae a el personal extranjero para ponerla en funcionamiento. En la isla, Cobos comienza la preparación de más hectáreas para dedicarse a la principal producción agrícola de la isla: la caña de azúcar, de la cual se extrae el aguardiente por medio de un pequeño trapiche y un alambique, además de la confección de melaza, panela y alcohol de caña. Se estima que la gran fábrica de última generación alcanza una producción anual estimada de 20.000 kg de azúcar y de 5.000 a 6.000 botellas de alcohol de caña.



Máquina evaporadora al vacío de triple efecto



Mientras tanto, Monroy en Guayaquil ayudaba en la comercialización de los productos de la hacienda y seguía con el reclutamiento de obreros, garantizando un gran contingente de mano de obra gratuita.



Pero, no solo se cultivaba caña de azúcar en "El Progreso" también producía café de excelente calidad, papas, maíz, yuca, camote, fréjoles y legumbres completaban el panorama agrícola de "El Progreso" y en cuanto a frutas las naranjas, papayas, piñas, sandías, badeas, melones y bananos se daban sin problemas. Se dice que intentó sembrar cacao, sin éxito.




Las chozas de los obreros de la hacienda El Progreso


Manuel J. Cobos sacaba el máximo provecho de todo. Tenía como 10.000 cabezas de ganado vacuno del cual aprovechaba los cueros, también salaba la carne de las reses, sin descuidar el comercio de las pieles de los lobos marinos. El mar le ofrecía una abundante pesca, salaba su carne y extraía los aceites de los pescados. Todo esto terminaba en los mercados del Ecuador continental. Y la madera de los bosques de la isla le servía para construir las nuevas casas y los edificios administrativos. La infraestructura total de la propiedad de Cobos incluía cinco talleres, instalaciones separadas para la producción de azúcar y alcohol; dos tiendas, un almacén, un matadero; dos reservorios de agua y riego de campo; tres pastos y 17 huertos; la casa principal donde vivía Cobos y más las 60 viviendas con techo de paja para los obreros.



Secando la carne de las reses, Black Beach, 
Isla Charles (Floreana)1905





Casa de obrero, Hacienda El Progreso en 1888



Para transportar la producción desde las tierras altas de la hacienda se había construido una carretera ancha que llegaba al almacén en Puerto Chico, donde se agrupaba todo lo reunido de varias islas y se cargaban en barcos acoderados en el muelle de 100 m. de largo. Asistido por un sistema de rieles donde desfilaban al menos 50 vagones que servían para llevar la caña de azúcar al puerto. Aquí las versiones cambian, algunos hablan que los vagones eran empujados por bueyes, otros descartan esto y se especifica la existencia de una locomotora de vapor, que, si bien Cobos la quería, no llegó a importarla.




Bodegas de Manuel Cobos, destaca la linea férrea, que facilitaba el traslado de la mercadería, un logro para esos años en un lugar tan remoto.





El muelle en Puerto Chico, operativo en 1919



Fuera de los cultivos y el ganado, había una mina de cal cercana y una salina natural en la isla Santiago y otra a corta distancia de Puerto Chico, más las vertientes de azufre.



Las Galápagos pasaron ser una jefatura territorial tras la nueva constitución de 1884, pero una poco efectiva para beneficio de Cobos. El primer jefe duró poco tiempo y fue devuelto al continente por sus ataques de locura. Cobos siempre supo ganarse la amistad de aquellas autoridades, y siempre lograba aplicar su autoridad con máximo rigor y violencia.



Junto al éxito comercial de Cobos, Galápagos empezaba a ser de relevancia internacional debido a su posición estratégica por la navegación por el Pacífico Sur y por un Canal de Panamá planificado. También concitaba la atención de numerosas expediciones científicas que visitaban regularmente San Cristóbal, isla donde se refugió Darwin décadas atrás. Cobos, se mostraba abierto a enseñar sus logros y recibió varias de estas delegaciones.





Cobos da la bienvenida a la expedición Albemarle a las Galápagos 



En 1887 el comandante Federico Chaignau, de la fragata chilena Chacabuco, describía la hacienda de la siguiente manera: “Un camino conduce desde la playa de Puerto Chico hacia la parte superior de la isla donde está establecida la hacienda de “El Progreso”, el terreno, de un color rojo, produce los frutos más variados de la zona tropical conjuntamente con otros de la zona”.

 


Siempre atento a las necesidades del negocio, Cobos renovaría la maquinaria original, para maximizar todo el potencial de los recursos de la isla, grandes máquinas a vapor sustituyeron al viejo trapiche. Para 1889 la transformación de “El Progreso” era notoria, de finca agrícola a centro industrial y un legítimo ingenio azucarero. La población residente casi se había duplicado a 287 individuos, de los cuales eran: 213 hombres, 54 mujeres y 20 niños, cifra que para 1893 se incrementó a 334 personas.     




Manuel J. Cobos posa con sus obreros, Hacienda El Progreso, 1888


En 1893, Cobos ya contaba con tres balandras, dos botes más pequeños, una barcaza y cuatro lanchas en la bahía de Puerto Chico. Desde ahí se enviaban panelas, ron, anisado, café, cueros, carne, azufre, cal y pescados secos.



La goleta Manuel J. Cobos bautizada en honor al propietario de El Progreso, acoderada en Bahía Naufragio



Esta lucrativa empresa, gracias a la férrea visión de Manuel Cobos, fue el motor económico de la isla San Cristóbal durante 25 años ininterrumpidos, desde 1879 hasta 1904. El Ingenio “El Progreso” proveyó del preciado aceite de tortuga y ballena para la iluminación del Malecón de Guayaquil y produjo un promedio anual de 500 toneladas de azúcar que fueron transportadas al continente.



Continúa en parte 2.

 

 




Comentarios

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